¿Por qué nos da morbo el sexo en lugares públicos?

Hay parejas que encuentran más excitante un ascensor, un probador de una tienda o una playa que la mejor cama del mundo. Y es que, cuando se trata de sexo, el escenario cuenta ¡y mucho!

 

Está científicamente comprobado que el sexo en público genera adrenalina y esta hace que nuestro cuerpo se active y se prepare para ¡pasar a la acción!

 

Además, el riesgo de ser descubiertos “en mitad de la faena” despierta una potente sensación de rebeldía. Sentimos que estamos saltándonos barreras e incumpliendo normas; en definitiva, hay una provocación a lo establecido socialmente.

 

Unos baños públicos, un parque, una discoteca y hasta el lugar de trabajo ¡cualquier lugar es bueno para el sexo en público!

 

Éste se puede iniciar como una prueba más de uno de estos juegos de mesa eróticos, pensados para excitarse en pareja o en grupo mientras se van realizando acciones y se hacen preguntas picantes. 

Y es que el sexo en sitios concurridos también se ha convertido en una práctica para grupos llamada dogging.

 

El término viene de “dog” y hace referencia  a la facilidad que tienen los perros para montárselo en plena calle sin ningún pudor.

 

El dogging reúne a un grupo de personas, que han quedado previamente por Internet, en un lugar público: una plaza, una calle, un centro comercial al aire libre, etc. Dos personas del grupo tienen sexo en público mientras el resto del grupo observa. La reunión termina cuando el grupo detecta algún tipo de presencia policial.

 

El problema del sexo en público, aparte de que pueden molestar u ofender a algunas personas que lo presencian, es que, con las prisas, no se suelen usar las precauciones adecuadas.

 

Por este motivo, os recomendamos llevar siempre encima un preservativo, ya que no sabemos nunca cuándo se puede dar un encuentro sexual fortuito.